Periodismo deportivo: ¿Periodismo light?

Periodismo deportivo: ¿Periodismo light?

Por Reinaldo Millán

«El deporte es lo más importante de las cosas menos importantes».

– Jorge Valdano

«El que se toma muy en serio un juego, un deporte, es una enseñanza, una advertencia y un reproche para tantos como hay que se toman en juego la cosas más serias».

– Miguel de Unamuno

«Para jugar verdaderamente, el hombre, cuando juega, ha de volver a convertirse en niño».

– Johan Huizinga

Mi participación dentro del periodismo deportivo ha sido intermitente, es decir, no he sido un periodista de temas deportivos de forma fija, sino que esa tarea se me ha asignado como parte de mis deberes en las redacciones en las que he trabajado. Además no soy un periodista metropolitano, sino más bien un reportero o cronista de provincias. Subrayo esto porque no me considero un periodista deportivo. Es más, sería en todo caso un periodista antideportivo. Y no es que rechace el deporte y menosprecie la labor de los que trabajan en esa área, sino que me niego, me resisto y objeto que a un periodista se le encasille en un cuadro, un marco o una etiqueta. Para mi, uno es periodista o no lo es.

Hace dos años, se inició a través de Aspprogroups en la plataforma de Yahoo, un rico debate a raíz de unos comentarios del compañero Oscar Serrano y de una pertinente respuesta de Noel Algarín en su columna, Ventana de Papel en el diario Primera Hora.

Oscar planteó en un programa de la Asppro que se estaba dando en ese momento una tendencia de devaluar la noticia fuerte sobre los asuntos transcendentales de Gobierno y Administración Pública privilegiando la nota farandulera y deportiva.

Noel argumentó lo siguiente en su excelente columna. Es corta, así que me doy el lujo de reproducirla para beneficio del que no tuvo la oportunidad de leerla.

¿Periodismo sin importancia?

Ventana de papel

miércoles, 30 de julio de 2008

Por  Noel Algarín

Nos encuentra la mitad de la Semana de la Prensa inmersos en discusiones sobre la razón para la derrota del boxeador Miguel Cotto, cuya imagen ha acaparado las portadas de todos los medios noticiosos del país desde que perdió ante Antonio Margarito.

Curiosamente, Cotto tuvo su peculiar forma de reconocer a la prensa en su semana cuando nos acusó el lunes de ser “los únicos” en crear “discordia” en su grupo de trabajo al pintar una imagen distorsionada de su relación con su tío y entrenador, Evangelista, a pesar de que casi ni se hablan.

Pero, el mazazo de Cotto no llegó solo. En las pasadas semanas, las principales asociaciones de periodistas en Puerto Rico andan sumidas en una discusión sobre el estado de los medios de comunicación. El debate, liderado por la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (Asppro), aborda, entre otras cosas, la devaluación del contenido en los medios noticiosos, así como lo que se percibe como un privilegio a las noticias de deportes y espectáculos por encima de otras informaciones que consideran de mayor interés al pueblo.

También han expresado preocupación porque a noticias de política y gobierno se les ha tratado en ocasiones como informaciones de espectáculos y deportes.

Lo anterior llamó mi atención, pues son posiciones que denotan prejuicio hacia el periodismo deportivo y de espectáculos, además de que envía el mensaje de que cualquier información al margen de la noticia de política, por ejemplo, es un periodismo menor y, por ende, no merece ser destacado en grande en las portadas de los medios noticiosos.

Convendría decir que en países de gran tradición periodística como España, Francia e Italia, son diarios deportivos como Marca, L’Equipe y La Gazzetta dello Sport los de mayor lectoría o están entre los más leídos, lo que es muestra de la importancia que ofrece el público a la información deportiva.

Aclaro que me parece estupendo que se discuta sobre el estado de los medios de comunicación, sobre todo en el contexto actual. Pero exhorto a que esa discusión parta desde un punto de igualdad e inclusión y que no se haga en detrimento del periodismo de deportes o espectáculos.

Los periodistas que laboramos en dichas ramas, somos tan periodistas como los demás, y ni tenemos la culpa de que Cotto tenga una relación distante con su entrenador, ni de que nuestras historias ocupen también un espacio importante en las portadas de los diarios y noticieros del país.

A esa columna reaccionamos con el siguiente comentario:

«No imagino un diario sin notas deportivas. Hasta Unamuno dedicó crónicas a comentar sobre el deporte. Hemingway también hizo crónicas deportivas.  Pienso que lo que se ha querido plantear con la frivolización de las noticias sobre Gobierno es que los medios la han querido llevar al drama estadístico que se exhibe en los deportes o la espectacularidad personalista que se recrea en la farándula. Pienso que la crítica no va dirigida a los periodistas que dedican su genio a la investigación, análisis y redacción de la noticia deportiva sino al enfoque mediático que puede redundar en la limitación del talento mismo de los compañeros de la prensa deportiva, de quienes tengo la mejor de las opiniones, al punto de que lamento que no tengan más espacios para el análisis deportivo, del mismo modo en que sospecho que ellos mismos lo lamentan».

Sin embargo, estoy convencido de que los consumidores de información deportiva son más exigentes que los del resto de las secciones. Estoy convencido de que si los fanáticos de la política y la religión fueran tan exigentes como los de los deportes, tal vez los que administran el gobierno y la fe, no serían tan miserables. Contrario a la Política y la Religión, el fanático de deportes es el único que le exige a su equipo, lo que no le exige al otro y cuando el otro lo hace bien es capaz hasta de aplaudirlo.

Del mismo modo, estoy convencido de que en el deporte, el periodista tiene la oportunidad de cultivar todos los géneros periodísticos, algo que pareciera vedado para el resto de los mortales de las salas de redacción.

Un periodista de la sección de deportes, encuentra todos los días, materia prima para construir excelentes historias, reportajes teatrales, crónicas novelescas, artículos literarios, en fin, del mismo modo en que el Jazz le brinda al músico todas las posibilidades de explorar su instrumento, la prensa de deportes cuenta con la excelente oportunidad de construir historias irrepetibles.

El periodista de la sección de deportes es un privilegiado que tiene ante si, tanto los géneros informativos como los de opinión, y puede transitar de uno a otro con una licencia que no poseen los otros reporteros de las empresas periodísticas.

Un periodista deportivo puede manejar en una sola noche, más información que la que otro periodista pudiera manejar, con excepción, tal vez, del día de las elecciones.

Un periodista deportivo puede manejar en una sola noche más información que un reportero de la Bolsa de Valores. En una sola noche un periodista deportivo se puede enfrentar a personalidades más disimiles, que las que un redactor de las secciones de cultura pudiera encontrar tras el telón de una obra de Teatro.

El periodista deportivo es, y no tengo dudas de ello, el que más viaja entre todos los periodistas de cada medio.

Es el que más oportunidades tiene de conocer culturas diferentes y entrevistar a personalidades vinculadas al deporte, con rango de gobernantes y ministros en sus respectivos países. Es un mundo fascinante el de la Prensa Deportiva.

¿Es el periodismo deportivo, periodismo light? Eso es algo que siempre se debate, no solo en las salas de redacción sino en los salones de clase.

El Periodismo es el mejor oficio del mundo, nos subrayaba hace una década el maestro Gabriel García Márquez. Se trata también de una profesión ingrata en la que tienes que demostrar, día a día, que eres periodista, no importa los diplomas que poseas o premios que hayas ganado.

Un diploma es insuficiente, y una credencial vale menos que una señal de tráfico.

Es una profesión en la que puedes descubrir una gran noticia a minutos de haber firmado tu contrato o es posible que te jubiles sin haber cumplido tus metas de lograr un Pulitzer o un Asppro. El periodismo es el más visible de los oficios. Todos los que escribimos y reportamos, lo hacemos para un público. Y ese público nos juzga minuto a minuto, hora tras hora, día tras día.

Por eso nos preguntamos cada día; ¿Qué es el Periodismo? ¿Para qué sirve? La Doctora Milagros Acevedo Cruz, nos recuerda en su libro Manual para Periodistas: conocimientos y principios básicos, la definición de José Luis Martínez Albertos. Informar, Formar y Divertir: esos son los propósitos del periodismo. Por su parte las profesoras Carmen Sara García e Ivette Maisonet Quiñones en su excelente publicación Periodismo Sin Gazapos, nos indican que el periodismo tiene las funciones de informar, formar, entretener y vender. Tal vez en esas definiciones encontremos las respuestas a las interrogantes que nos hemos planteado. Informar, formar, entretener y vender. Y la contestación puede estar en esas mismas palabras pero de forma invertidas, es decir, vender, entretener, formar e informar.

José Martínez de Sousa, en su famoso Diccionario de Información, Comunicación y Periodismo, nos dice lo siguiente: «En un periódico de información general, cada día el deporte cobra mayor importancia, debido no tanto a su importancia informativa, intrínseca cuanto al hecho social que supone el conjunto de actividades deportivas».

El periodista José Luis Rojas Torrijos, autor del libro ‘La información y el deporte. Libro de estilo para la prensa deportiva andaluza’, nos recuerda que «hay muchas personas que únicamente acceden a la realidad a través de la prensa deportiva», de ahí que los profesionales de la misma «tengan la obligación de ofrecer una información objetiva y de calidad».

Gran responsabilidad tiene el periodista de deportes, que de la información sin importancia, como dice Valdano, tiene que hacerla importante. Y en ese momento, como nos advierte Unamuno, se convierte en un reproche para tantos como hay que se toman en juego la cosas más serias.

¿Ejerce la Prensa deportiva el periodismo light? Por light debemos entender dentro del mundo del comercio informativo, algo ligero, banal o frívolo. Pues a alguien se le pudiera ocurrir decir que light o frívolas son las notas sobre las declaraciones geniales de la senadora de Mayagüez, la depilación corporal del senador espiritista de Guayama o las aventuras del alcalde que caza al Chupacabras.Y ni hablar de las nalgas plásticas de Mariplily.

¿Son frívolos o light los periodistas que publican esas notas?  Los frívolos son los que realizan esas acciones y los que consumen el producto que estos señores fabrican. En ese sentido los periodistas, no importa la sección, somos como el jamón del sándwich.

Cualquier sección de un periódico puede ser vital pero también puede contagiarse con la ligereza, la frivolidad o el ninguneo. Y eso es el resultado de la globalización neoliberal en la que prima la rentabilidad de cualquier producto, sin importar la calidad o utilidad.

Dentro de la modernidad, la prensa tradicional buscaba atraer al elector-contribuyente, informar al inversionista y educar al consumidor.

En estos días de neoliberalismo, el consumidor ha sido secuestrando junto a los electores y contribuyentes para proteger al inversor. Por eso es necesario que tanto los comunicadores sociales como los consumidores de información se educen bien para evitar ser estafados con informaciones confusas, soporíferas o convenientemente entretenidas, que pueden dirigirse para embrutecer a un pueblo. Tanto, que a veces parece que el periodista se hace dispensable.

Como sea que lo veamos, el deporte no puede ser más importante que la condición política o económica de un país, del mismo modo en que el hambre y el desempleo son más importantes que la lujosa cabina de un estadio de Fútbol. La información deportiva puede ser tal vez la más importante en cierto día, y eso está bien, pero no puede ser la más importante todos los días.

La redacción deportiva, al igual que el resto de las redacciones, no está exenta de errores, es quizá donde se generan más excesos y también mayor confusión. Por un lado está el trabajo objetivo de los reporteros y por el otro el de los comentaristas llenos de prejuicios, personalismos, grandilocuencia, egolatría y conflictos de intereses.

Es al reportero de deportes al que más se le exige en términos de ética periodística, mientras que al comentarista no se le exige ninguna. Por eso al igual que en la Política, en la que los comentaristas de noticias son al mismo tiempo asesores ejecutivos, municipales o legislativos, en el deporte hay comentaristas que trabajan para los equipos, federaciones u organizaciones deportivas.

En el deporte, además, el medio tiene la oportunidad de respaldar sin temores, actividades organizadas por grupos privados, ya sea como auspiciador o coauspiciador, y como tenedor de los derechos de transmisión, como lo vimos en días  recientes en los JCC 2010. Son escenarios que ni se piensan en el ámbito político. Imaginen a un medio comprando los derechos exclusivos para transmitir las elecciones generales. Y no hay gran queja en el deporte, porque se le ha tratado históricamente como un área inofensiva, especialmente desde el punto de vista de la ética periodística.

Quiero aclarar, que como lector de periódicos siempre comienzo leyendo la contraportada, cuando se trata de un diario tabloide y si es estandard comienzo por la sección D. Si me cambian el formato, tropiezo y me caigo. Con esto, lo que quiero decir es que voy de la noticia deportiva a la cultural y de esta a la económica para finalizar con el plato fuerte de la Política.

Cuando los deportes encabezan los titulares de un periódico es que la Política se fue a bancarrota y la economía está herida de muerte. En ese escenario los electores van al paredón, los contribuyentes caminarán con una venda en los ojos y los consumidores serán meros maniquíes con una tarjeta de plástico atada a su frente. El deporte es importante pero no tanto como para que los medios lo conviertan en el nuevo opio de los pueblos.

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